domingo, 6 de marzo de 2011

Los Farolitos, Ahuachapan

La imagen del patrono de los ahuachapanecos sigue cargando la cruz como símbolo de la entrega y fe a la que se deben someter los católicos.
La tradición oral y la historia se han encargado de hacer del Dulce Nombre de Jesús, la inspiración suficiente para que se convirtiera en el patrono de la ciudad desde el siglo XVII, cuando la imagen fue heredada debido a un cataclismo en una población cercana.
El sacerdote Sabino Hernández Guzmán, misionero Josefino y párroco de los católicos en la iglesia Nuestra Señora de la Asunción, nos hace recordar la historia de cómo esta ciudad adoptó al Cristo penitente que se quedó como su defensor y patrono titular.
"La tradición dice que este Jesús estaba allá en Ta-cuba, y que después que hubo un terremoto allá por el año 1700. Mientras iban a arreglarla iglesia se trajeron la imagen para acá y de aquí ya no se movió jamás", explica el religioso.
Esa historia, unida a infinidad de favores y milagros llevaron a los fieles a establecer las festividades a su nuevo patrono.
Por eso y como se ha seguido desde entonces cada 6 de marzo, los católicos se congregan en la parroquia para ofrecer, desde la madrugada, repiques, mañanitas y alboradas en honor al Dulce Nombre de Jesús.
"La Misa Solemne siempre se hace el mismo día a las 10:00 de la mañana, y asisten el Obispo y los Sacerdotes que así lo consideran. Pero todo el día la gente está en la devoción y entran y salen para adorar al Señor", dice el Padre Sabino.
Sin embargo, esta fecha no es la única que destaca en el calendario religioso. Desde hoy la parroquia se convierte en el escenario de otra de las costumbres arraigada entre los ahuachapanecos. En el atrio de la iglesia se recibe a diferentes imágenes de Jesús de Nazareno, distribuidas en comunidades y cantones de todo el departamento.
A estas pequeñas réplicas se les llaman "Los Je-sucitos", y llegan cargados por los peregrinos de
zonas rurales distantes.
"Esta es una tradición muy fuerte que propició el Presbítero y Doctor Isidro Menéndez. Él estableció esta devoción de 'Los Jesucitos' al repartir las imágenes por todo occidente en Sonsonate y Ahua-chapán para que los trajeran en peregrinación cada viernes y sábado antes de las fiestas", recuerda el sacerdote.
"Era una bonita tradición cuando venían con aquella música autóctona del pito y el tambor, y que en los alrededores de la ciudad se quedaban los peregrinos", la mayoría de éstos provenían de comunidades indígenas.
"Hoy vienen muy pocos y aunque la costumbre se ha perdido mucho, se está tratando de recuperar. Ahora hay licenciados y abogados que vienen con 'Los Jesucitos', porque sus papás tuvieron las imágenes y siguen la tradición", explica.
Este año estos peregrinos menos numerosos, pero igualmente devotos, harán su aparición el fin de semana, siguiendo el camino que sus antecesores les inculcaron: su pasión por esta costumbre.

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